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viernes, 20 de mayo de 2011

Dios es un lujo

Crítica a la obra de Teatro “Dios es un lujo”
Por Marcela Piña


Evidentemente, Dios es un lujo para tres prostitutas, un travesti y una joven adicta a la pasta base, todos atrapados en un sistema sin oportunidades en el que varias de sus noches transitan en un calabozo frío y de difícil salida. Esta es la historia que Gopal Ibarra y Rodrigo Soto decidieron escribir y escenificar. Este montaje se está presentando en Teatro Mori y cuenta con las actuaciones de Aliocha de la Sotta, Viviana Basoalto, Cecilia Herrera, Juan Pablo Miranda y Mónica Ríos.

Mientras los cinco personajes esperan que algún familiar o amor de la calle los venga a rescatar del encierro, compartirán sus vivencias, temores, angustias y sueños, los que a través de un crudo diálogo, enjuiciarán el modo en que cada uno sobrevive, enfrenta su vida y su sentido.
Una puesta en escena simple, donde el texto y las destacables actuaciones sorprenden. Rodrigo Soto, director de “Dios en un lujo” nos presenta en escena a personajes desorganizados, desprovistos de ideas, fundamentos y de la verdadera conciencia de sus estados deplorables. La austeridad en los recursos escenográficos nos sitúan desde el comienzo de la obra en un espacio frío, carente e insuficiente, sólo un foco elipsoidal que proyecta una luz en forma de rectángulo es el marco de la escena, colocando en el centro de la historia a los personajes, sus relaciones y diálogos.
Uno de los momentos más sobresalientes de la obra, es cuando la joven adicta a la pasta base desafía a sus compañeras de celda: Rocío, la Flaca, la Chesca y Sandra, para hablarles de la vida fundamentando su angustia y adicción, con una inteligencia real y reveladora. Ella se dirige a sus compañeras de calabozo como simples sujetos inmóviles, incapaces de actuar porque no conocen nada más que su margen e ignorancia. Además razona como el DIOS que hemos construido en la sociedad no les pertenece a todos, sólo a algunos que tienen el privilegio de que exista en sus casas, barrios y vida. En cambio al lado sur de la ciudad la ausencia de Él es completa.
Si bien todas las actuaciones son indiscutiblemente bien logradas, la personificación de Aliocha de la Sotta en el rol de “La flaca” traduce una visión, un cuerpo y un alma coherentemente dañado. Ella representa ese rostro social que nadie quiere ver, lleno de rabia y pena, y la actriz lo lleva a escena sin miedos. La imagen de una prostituta que alcanza los 30 años, mal vestida y deteriorada nos hace pensar acerca de la múltiple marginalidad en el mundo de la prostitución y la pobreza.
Totalmente recomendable para alguien que quiere emocionarse y reír al mismo tiempo. La ironía está presente de principio a fin.

Autor: Rodrigo Soto y Gopal Ibarra
Director: Rodrigo Soto
Elenco: Aliocha de La Sotta, Viviana Basoalto, Monica Rios , Cecilia Herrera, Juan Pablo Miranda
Lugar: Teatro Mori Bellavista
Horario: viernes y sábado a las 20.30 horas
Temporada: desde el 6 de mayo
Valores: $7.000 genera y $4.000 estudiantes y tercera edad.

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